El 14 de noviembre se celebra el Día Mundial de los Record Guinness. Se trata de una jornada para dar a conocer las marcas logradas y motivar a las personas a seguir batiendo récords.
Pero nos hemos fijado en que en los Record Guiness no están registrados muchos de los hitos conseguidos por el ser humano en los últimos años y que merece la pena tener muy presentes.
En 2019 la concentración diaria de dióxido de carbono en la atmósfera llegó a un máximo que el ser humano jamás había vivido. Con más de 415 partes por millón, era la primera vez en tres millones de años que se alcanzaba este nivel con uno de los principales gases de efecto invernadero.
Este récord histórico se debe a la contaminación producida por la actividad humana, que aumenta exponencialmente cada año y con ella sus efectos. Por esto, desde el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña advierten que este 2020 se batirá un nuevo récord, incluso pese a que los confinamientos han rebajado levemente las emisiones.
Este año está siendo uno de los más calurosos de los que existen registros. Se han batido dos récords de altas temperaturas cruciales.
El primero fue en el mes de junio en el círculo polar ártico. Este verano se registró la temperatura más alta de la historia en el norte del planeta: 38º. Una gran ola de calor fue la responsable, no sólo de las cálidas temperaturas, sino también de grandes incendios forestales en la zona.
Otro récord fue el de la temperatura más alta registrada en la historia del planeta. En agosto el Valle de la Muerte (Death Valley, California) llegó a los 54,4º. Uno de los puntos con temperaturas de aire más caliente del mundo está en proceso de certificar un máximo crucial.
En los últimos años los grandes incendios han sido cada vez más destructivos y difíciles de controlar. Esto se debe a que, con el avance de la crisis climática, las olas de calor y las sequías favorecen la frecuencia e intensidad de los fuegos.
Brasil, Bolivia y Paraguay registraron más de 8.000 incendios en 2019, este 2020 se han registrado 18.259. El triple de incendios en tan sólo un año y un 35% más que hace quince. La mayor cifra desde que comenzaron a registrarse en 1998 según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).
Estados Unidos también ha tenido incendios récords este verano en los estados de Colorado y California. Más de 2,6 millones de hectáreas del suroeste del país ardieron destruyendo a su paso fauna, flora, infraestructuras y vidas. El humo de los incendios llegó al continente europeo y afectó a áreas de la Península Ibérica y Baleares.
La acción del ser humano está provocando unos ritmos de destrucción del entorno mil veces superior al natural. La contaminación, destrucción y degradación de hábitats, la caza y el comercio nos han llevado a que más de 5.200 especies animales se encuentren en peligro de extinción en la actualidad.
Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, a día de hoy están en riesgo un 25% de los mamíferos y anfibios, un 34% de los peces y un 20% de los reptiles de todo el mundo.
Igualmente ocurre con las especies vegetales. Los incendios, deforestación, proyectos de construcción, acidificación de los suelos, agricultura transgénica y extensiva, los cambios de temperatura y pluviosidad, son responsables de la pérdida de biodiversidad.
Desde 1900 se el ritmo de pérdida de semillas es 500 superior al que provocarían los ritmos de la naturaleza. Desde ese momento se pierden al año tres especies de plantas.
En el último siglo se ha perdido un 75% de la diversidad agrícola, por lo que a día de hoy el 70% de los alimentos vegetales que tomamos vienen de tan sólo 12 especies de plantas.
En 2016 la Gran Barrera de Coral Australiana alcanzó su máximo histórico de blanqueamiento. Una destrucción superior al del periodo de 1998-2000 que ya se recordaba como uno de los peores de la historia.
La pérdida de corales se debe al aumento de la temperatura de las aguas –consecuencia del calentamiento global- e implica la pérdida del hábitat de muchas especies marinas. Esta alteración conlleva la destrucción de las cadenas de alimentación y, por tanto, de varios ecosistemas.
La venta de parte del Amazonas para las explotaciones de ganadería y soja empleada para biomasa y pienso son uno de los principales peligros del Amazonas. El otro gran peligro es el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, quien ha promovido la destrucción de la Amazonía para el enriquecimiento de las empresas.
En 2019 el área de selva deforestada aumentó un 25% respecto a 2018. En junio 1.034 km2 fueron arrasados, convirtiéndose en el peor mes histórico desde 2015.
Las declaraciones del gobierno de Bolsonaro, indicando que la explotación de uno de los pulmones del mundo pertenecen únicamente a Brasil, deja claro que la tendencia que seguirá creciendo.
Tristemente podríamos continuar contando récords de destrucción de nuestro planeta a manos del ser humano. Si seguimos sin tomar partido veremos como las cifras de la devastación continuarán aumentando como consecuencia de la crisis climática.
Es el momento de proponernos como objetivo nuevos récords, como el de limpieza de entornos naturales, el de conservación de especies de animales y plantas, la paralización de la contaminación…
Este es un trabajo que las personas no podemos lograr individualmente y tampoco hay una única forma de conseguirlo. Infórmate sobre qué prácticas apoyas cuando compras un producto u otro, qué políticas promueves cuando votas o te abstienes, cómo afecta nuestro tu ocio y forma de vivir al planeta…
Actúa, trabaja con asociaciones y ONGs ambientalistas, colabora con organizaciones en todo el planeta, difunde la actividad y lucha que se da por la naturaleza en distintos lugares del mundo.
Deja una respuesta